Adolescentes, Infantil, Neuropsicología

TDAH Trastorno de déficit de atención

El TDAH o trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno neurobiológico que condiciona que los niños que lo padecen tengan dificultades para aprender a controlar su conducta. las principales manifestaciones del TDAH son :

1.- Hiperactividad punto el niño con hiperactividad se mueve en exceso o de manera inapropiada. Suele además hablar mucho.

2.- Impulsividad. el niño actúa sin pensar. Su impulsividad le lleva a interrumpir las conversaciones de los demás porque le cuesta esperar su turno.

3.- Déficit o falta de atención. El niño se distrae fácilmente. Tiene dificultad para concentrarse y acabar las tareas especialmente cuando estás requieren una atención mantenida. Suelen ser niños que pierden o olvidan de manera habitual objetos y que suelen mostrar problemas para organizarse.

Las manifestaciones propias del TDAH están presentes en mayor o menor grado en todos los niños durante sus primeros años de vida junto con el transcurso de los años y con la ayuda de pautas educativas correctas, los niños van adquiriendo la capacidad de autocontrol propia de cada etapa evolutiva.

En los niños con TDAH no sucede lo mismo. En ellos persisten los patrones de conducta propios de edades inferiores. A menudo, los padres de estos niños se inquietan porque las normas que funcionaron con otros hijos no surten efecto con el que tiene TDAH. Y lo mismo ocurre en la escuela: los métodos de disciplina válidos para que la mayoría de los niños adquieran de forma progresiva unos hábitos de conducta no sirven para el niño con TDAH; a veces, incluso empeoran su conducta.

El mal funcionamiento de unas determinadas estructuras cerebrales provoca los síntomas del TDAH. Las causas de este mal funcionamiento pueden ser diversas, genéticas o adquiridas. La variabilidad es aún mayor si tenemos en cuenta que las personas con este trastorno manifiestan con frecuencia otros asociados. Es lo que en la terminología clínica llamamos comorbilidad y debe tenerse en cuenta para el diagnóstico y tratamiento. 

Los trastornos que suelen asociarse a este son, entre otros, los trastornos de conducta, los de aprendizaje, los afectivos y los de ansiedad.

El TDAH tiene un origen biológico. Las manifestaciones se producen por un mal funcionamiento del cerebro. Existen muchos estudios que demuestran la alteración del funcionamiento del llamado lóbulo prefrontal y las estructuras del sistema nervioso relacionadas con él. En las personas con TDAH se han encontrado anomalías en el funcionamiento de estas estructuras de carácter químico y estructural, en concreto, diferencias en el tamaño respecto a la población general.

Los lóbulos frontales de nuestro cerebro son los principales responsables de las funciones. Estás tienen un alto nivel de complejidad y son las que permiten que seamos capaces de tomar decisiones, planificar y desarrollar una conducta social adecuada. Puede entenderse como los déficits en estas funciones repercuten en la vida académica, emocional y social del niño y suponen un gran riesgo de disfunciones en la vida adulta.

Las funciones ejecutivas las podemos dividir en dos: 

  • Las relacionadas con el autocontrol:
  • Control inhibitorio. Es el que nos permite controlar reacciones instintivas inapropiadas como esperar nuestro turno para hablar y no interrumpir a los demás o filtrar aquellos estímulos que nos van a hacer perder el hilo de lo que estamos haciendo por ejemplo un ruido, una mosca volando, una notificación en el móvil, etc.
  • Flexibilidad. Se refiere a la capacidad de cambiar nuestras acciones para adaptarnos a la demanda del entorno. Es la que nos permitirá cambiar y adaptar sobre la marcha nuestro discurso. 
  • Control emocional. Es la capacidad para cambiar nuestra expresión emocional y seleccionar la más adecuada para el momento. Si alguien nos golpea o empuja mientras hacemos cola para entrar en algún sitio, tenemos que ser capaces de controlar nuestro primer impulso y darnos cuenta de que esta agresión ha sido accidental y reaccionar de forma educada.
  • Las relacionadas con la metacognición.  La metacognición abarca desde reflexiones simples que llevan a la planificación y ejecución de acciones secuenciadas hacia un objetivo hasta procesos complejos de reflexión, toma de decisiones y planificación para conseguir objetivos a largo plazo.
  • Memoria de trabajo. Nos permite mantener información en nuestra mente para poder reflexionar. Muchas dificultades de aprendizaje del niño con TDAH son debidas al déficit de memoria de trabajo.
  • Resolución de problemas. Son necesarias distintas funciones ejecutivas en la solución de problemas necesitamos analizar una determinada situación, barajar diferentes alternativas e intentar seleccionar la mejor marcando un orden de prioridades.
  • Revisión/monitorización/autoconciencia. Se refiere a la capacidad para analizar y juzgar el resultado del trabajo hecho: detectar los errores, percibir las reacciones positivas o negativas de los demás y ser capaces de reconocer nuestras propias capacidades y limitaciones.

Las repercusiones que las manifestaciones clínicas tienen en el día a día de las personas con TDAH son las siguientes:

  • Impulsividad
  •  exceso de movimiento hiperactividad
  •  falta de concentración
  •  falta de consistencia en las tareas
  •  desorganización punto son olvidadizos
  •  inflexibles
  •  baja memoria de trabajo
  •  dificultades de aprendizaje
  •  baja autoestima
  •  torpeza motriz
  •  alteraciones del sueño

Los síntomas del TDAH están causados por un defecto en unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores, concretamente la dopamina y la noradrenalina. Un nivel inadecuado de estas sustancias en el lóbulo frontal condiciona que las funciones ejecutivas no se desarrollen con normalidad.

Es comprensible que muchos padres sean reacios y les preocupe administrar psicofármacos a sus hijos.

Solo el conocimiento de las ventajas y los inconvenientes de estos fármacos va a hacer posible que el tratamiento se realice correctamente.

La máxima efectividad del tratamiento farmacológico se alcanza iniciándolo de manera precoz cuando, después de un tiempo prudencial de tratamiento educativo, los síntomas no se controlan y su repercusión en la vida del niño es evidente. En la gran mayoría de los niños la necesidad de administrar un fármaco se hace evidente con el tiempo. 

Niños pequeños, especialmente por debajo de los cinco seis años de edad, el tratamiento educativo inicial permite retrasar el inicio del tratamiento farmacológico y, lo que es aún más importante, instruir a los padres y educadores en el manejo de la conducta del niño. 

Este aprendizaje es fundamental y especialmente útil cuando al cabo de un tiempo se instaure el tratamiento farmacológico. Su uso es efectivo en una proporción muy alta de afectados a cualquier edad. Sin embargo, cuando se administra antes de que aparezcan los problemas secundarios al trastorno, las expectativas a largo plazo mejoran significativamente. 

La efectividad del tratamiento educativo cuando se combina con el tratamiento farmacológico es mucho mayor.

Libro: ¿Porqué me cuesta tanto aprender?. Anna Sans Fitó.

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