Cuántas veces los pediatras escuchan en consulta: ¡mi hijo no come nada!.
Primero que si no comiera nada no estaría sano, así que lo primero es ver si tu hijo está dentro de los parámetros saludables de peso y crecimiento.
El sobrepeso es lo que más debería preocuparnos a edades tempranas.
En los casos en los que si deberíamos de preocuparnos y consultar al pediatra serían los siguientes:
- Que rechazase cualquier tipo de comida.
- Que rechazase las comidas más calóricas.
- Que solo quisiera comer cosas trituradas y/o líquidas.
- Que comiese constantemente y con ansiedad
- Que vomitaste después de las comidas.
Cuando la familia se sienta a la mesa es muy común escuchar… venga, come…. venga, coge el tenedor y come…, se te está enfriando la comida, etcétera. Es un discurso frecuente en el que los padres se estresan y por mucho que se le diga, el hijo come despacio o no come.
Esto hace que el padre piense que si no insistiera, el niño no comería nada y así es como se crea el problema.
Los hijos aprenden a que a la hora de la comida los padres están muy pendientes de ellos y que si comen lento o poco los padres estarán más tiempo con ellos. Los padres continúan insistiendo en que coman y el problema se cronifica, la tensión aumenta y el niño asocia la hora de la comida a sentirse presionado.
¿Qué pueden hacer los padres para resolver el problema?
Los padres marcarán un horario más o menos fijo de comidas y cenas junto con su duración, una hora por ejemplo en total. Como los niños no saben gestionar el tiempo todavía, les ayudaremos marcándolo de diferentes maneras. Podemos marcar un tiempo para cada plato 15-20 minutos para el primero, otros 15 o 20 para el segundo y unos 10 más o menos para el postre.
Una vez se empiece a comer avisamos de que en una hora se retirarán los platos de la mesa independientemente de si ha acabado o no. Es posible que el primer o segundo día sigan con su estrategia de comer despacio, pero al ver que se les quita la comida de la mesa y que ya no podrán comer nada hasta la merienda y no más cantidad de la acostumbrada, se lo pensarán y comerán más rápido la próxima vez.
Libro: ¿cuántas veces te lo tengo que decir? Maribel Martínez.