Asesoramiento Familiar, Infantil, Neuropsicología

Los  miedos infantiles

. Entrevista concedida a IB3 al programa “Al día Pitiüsas” (a partir del minuto19’45”)

https://ib3.org/carta?id=0dc9cfe6-009e-4f8e-bf62-a8a88c55f147&type=RADIO&t=1185&f=2358

P: ¿Cuáles son los miedos y temores infantiles más habituales?.

R: El primer miedo que aparece es el miedo a la separación de los padres, que lo hace entre los 6 y 8 meses en el 50% de los niños aproximadamente. Entre los 4 y los 8 años los miedos más frecuentes son a la oscuridad, a determinados animales, a los ruidos intensos, etc.

P: Miedos y fobias, ¿cuál es la diferencia?

R: Normalmente se trata de miedos evolutivos que no son malos en sí, ya que son un componente del desarrollo normal y haber tenido estos miedos les proporcionan herramientas con las que hacer frente y poder superar otras circunstancias más o menos peligrosas o desagradables. 

Hablaríamos de fobia cuando estos miedos infantiles persisten hasta la edad adulta, son de gran intensidad e interfieren en el funcionamiento diario del niño. 

Las fobias son mucho más intensas e inoperantes que los miedos evolutivos. 

Se caracterizan por lo siguiente: 

  • Son desproporcionadas, es decir que no hay proporción entre el peligro objetivo y su comportamiento. 
  • No atiende a razones lógicas. 
  • Es automático, no puede controlarlo. 
  • No tiene por qué ser específico de la edad. 
  • Persiste durante más de 2 años y altera el estilo de vida cotidiano.

P: En este tiempo de pandemia, según la tipología de consultas están apareciendo de forma muy frecuente miedos relacionados con los virus, miedos a salir a la calle y niños más retraídos o temerosos.

R: Yo no me estoy encontrando con la necesidad de tratar en consulta este tipo de temores. Es verdad que los niños lo están aceptando mejor que los adultos. Interiorizan mejor la protección, sobre todo los primeros meses después del confinamiento. Había niños que antes de sentarse en la silla me preguntaban si lo había desinfectado. En estas situaciones observamos una clara influencia de los padres. Es evidente que nuestros miedos se los trasladamos a ellos y que ellos tienen menos herramientas para afrontarlos. Los niños que tenían 1 o 2 años cuando la pandemia apareció en sus vidas, han visto mermada su sociabilidad. Hay algunos que a día de hoy les cuesta acercarse a alguien, que no sea un familiar muy cercano al que ven prácticamente a diario y los ven con temor. Gracias al comienzo del colegio, los que teniendo menos de 6 años lo han hecho, han aumentado esa sociabilidad por sí mismos.

P: ¿Cómo gestionar sus miedos y ansiedad en tiempos de pandemia?

R: La manera de gestionarlos será la misma estemos en pandemia o no. La forma en la que un niño aprenda a afrontar los miedos condicionará su forma de hacerlo cuando sea una persona adulta. 

Hay padres que se ponen nerviosos y gritan, hay otros que le piden que se tranquilice quitándole importancia a lo ocurrido y las dos formas pueden ser igual de dañinas. 

Si un niño tiene una experiencia traumática pequeña, por ejemplo que su juguete favorito se caiga y se rompa, el niño será capaz de procesarlo aunque le duela. Pero si el susto es mayor y no puede procesar esa experiencia, entonces aparece el llamado “miedo irracional”. Para ayudarle hablaremos con él de lo que ha visto y lo que ha sentido. Simplemente el hecho de hablarlo hará que recuerde el suceso, pero ya no lo vivirá con tanta angustia. Para poder hablar con ellos en estas situaciones tenemos que transmitirles mucha calma, paciencia y empatía, porque no tenemos que convencerle a él, si no a su cerebro.

P: ¿Cómo ayudarles a sobrellevar la ausencia de contacto con los abuelos, los amigos, etc?

R: Esto dependerá de la edad de los niños. Para los que tienen entre 6 y 11 años ha sido una situación difícil porque están ansiosos por obtener explicaciones. Tengan la edad que tengan lo que nunca hay que hacer es mentirles. 

Ante una situación en la que no podemos ver a los abuelos, los amigos, debemos explicarles el porqué y decirles que por otro lado, tenemos mucha suerte ya que podemos verlos a través de la pantalla. Explicarles que entendemos perfectamente la necesidad del contacto y que en el momento en el que se pueda lo haremos. Mientras tanto, permitir que cada vez que necesiten ver y hablar con los abuelos y amigos lo podrán hacer con una videollamada. 

Es cierto que se necesitan los abrazos y que estos disminuyen el cortisol qué es la hormona que segregamos cuando estamos en una situación estresante.  

Tanto los adolescentes como los niños generan más cortisol que los adultos, por eso tenemos que estar muy atentos a todas esas situaciones estresantes que pueden vivir. 

Es muy importante que en esos casos seamos las personas que estamos más cerca de ellos las que podamos generarles oxitocina; qué es la hormona de los abrazos, del contacto y del vínculo entre las personas. 

P: ¿Qué orientaciones ofreces para combatir los miedos infantiles?.

R: Para combatir los miedos y ayudarles a gestionar los podemos hacer lo siguiente: 

  • Lo primero es utilizar la empatía para calmar su cerebro.
  • Hablar sobre la importancia de afrontar ese miedo.
  • Utilizar la comunicación cooperativa para que sepa que vais a superar ese miedo juntos.
  • Llegar a acuerdos respecto a lo que se va a lograr.
  • Realizar la acción solo cuando el niño esté preparado, sin presionarlo.
  • Preguntarle cómo se siente, si está satisfecho y valorar su capacidad para superar el miedo.
  • Repetir acción otro día y en otro contexto para que se generalice.

P: ¿Qué es la ansiedad por separación?

R: La ansiedad por separación la experimenta el niño cuando se separa real o supuestamente de sus seres queridos, en especial de los padres. Esta situación puede ocurrir cuando el niño se queda en el colegio, cuando los padres tienen que salir de viaje o el niño se va de excursión, etc.l

Los padres tienden a tranquilizar a su hijo y está solución no solo no mitiga el problema, sino que lo exaspera. 

El llanto se convierte en el instrumento de poder del niño. 

¿Cuál sería la solución que ofrezco?. Pues una técnica qué acepta la ansiedad del niño y que le permite expresarse en un espacio determinado. A lo largo del día la madre o el padre le pedirá al niño que manifieste todos sus miedos respecto a la separación de sus padres durante un tiempo establecido de unos 15 o 20 minutos. De forma paralela y lúdica los padres se separan de él midiendo el tiempo que el niño puede estar sin verlos e ir ampliando poco a poco ese tiempo. Es importante que cuando el padre aparezca le diga: “yo he estado muy tranquilo y tú, ¿cómo has estado?”. Durante esta fase progresiva es importante dejar al niño jugando o haciendo alguna tarea en la que pueda estar concentrado y distraído sin la presencia del adulto.

P: ¿Qué hacer en situaciones de pérdida o duelo?

R: En una situación de pérdida lo más importante es no mentirle. 

Tenga la edad que tenga el niño se le tiene que poder explicar lo ocurrido con un vocabulario que entienda. 

Antes de los 5 años no comprenden lo que implica una pérdida, ya que no lo pueden ver como algo permanente. No hay que tratarlo con eufemismos del tipo tu abuelo ya no está, se ha ido, está en el cielo, etc…Hay que explicarles que ha fallecido y que esto significa que su cuerpo dejó de funcionar y que ya no le podremos ver más. Parece muy brusco, pero no lo es. El niño se merece que seamos claros y transparentes y le ayudemos en el proceso del duelo. Llorar es un proceso natural y no debemos escondernos de nuestros hijos cuando lo hagamos, al revés es importante que nos vean y le normalicen. 

Si no nos hemos podido despedir porque no se pudo hacer un funeral, es importante crear un pequeño altar en casa para tener un rinconcito en el que hablar con la persona fallecida, teniendo alguna foto y recuerdos de ella. Esto servirá tanto a los adultos como a los niños. Decirles que los sueños también son un espacio maravilloso para verlos y hablar con ellos. Siempre hay que incluir a los niños en los rituales de despedida. Merecen saber lo que ocurre y que aprendan a normalizar la pérdida; aunque para eso, primero, lo tienen que haber normalizado los padres.

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