Si vemos alguna dificultad en nuestro hijo, como padres nos podemos plantear ¿cuándo es recomendable realizar una valoración? Pues depende de los síntomas que el niño presente, pero os voy a dar alguna pincelada para clarificaros.
Transtorno de déficit de atención (TDAH)
En el caso del trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad, el conocido TDAH, es necesario que el/la niño/a tenga los 6 años. Puede haber síntomas o conductas que nos hagan saltar las alarmas antes de esa edad y sería oportuno trabajarlo evaluando primero el nivel de neurodesarrollo del menor y así trabajar las áreas que se encuentren afectadas. Pasados los 6 años si podría llevarse a cabo una evaluación más completa a nivel atencional.
Las manifestaciones propias del TDAH están presentes en mayor o menor grado en todos los niños durante sus primeros años de vida junto con el transcurso de los años y con la ayuda de pautas educativas correctas, los niños van adquiriendo la capacidad de autocontrol propia de cada etapa evolutiva.
En los niños con TDAH no sucede lo mismo. En ellos persisten los patrones de conducta propios de edades inferiores. A menudo, los padres de estos niños se inquietan porque las normas que funcionaron con otros hijos no surten efecto con el que tiene TDAH. Y lo mismo ocurre en la escuela: los métodos de disciplina válidos para que la mayoría de los niños adquieran de forma progresiva unos hábitos de conducta no sirven para el niño con TDAH; a veces, incluso empeoran su conducta.
Una de las creencias que hay entorno al déficit de atención, es que estos niños no pueden prestar atención y es precisamente lo contrario. Estos pacientes prestan una excesiva atención a todo lo que les rodea, pero son incapaces de saber cual es la prioridad.
Son capaces de estar atentos a un videojuego porque reciben constantes chutes de dopamina al ir obteniendo recompensas y los padres no comprenden cómo es posible que puedan estar sentados atendiendo a un juego, pero a una clase o a los deberes, no. La explicación es esa. La dopamina se libera ante esa recompensa, esa emoción, mientras que en tareas algo más aburridas y sin recompensas inmediatas, eso no ocurre.
En relación a loas valoraciones no se puede realizar un diagnóstico solo con cuestionarios realizados por los padres y la escuela. Estos cuestionarios son importantes porque se debe tener claro si la sintomatología aparece en varios contextos o no. Pero es fundamental e imprescindible ver como el niño ejecuta diferentes tareas, ya que, si no, el diagnóstico ni será fiable ni estará completo.
Comorbilidad con otros transtornos
Los trastornos del neurodesarrollo presentan mucha comorbilidad, es decir, que es posible que se presenten dos o más trastornos a la vez en la misma persona.
En el caso de los pacientes con un TDAH, en el ámbito escolar se observan dificultades en el aprendizaje en aproximadamente un 70% de los casos.
Se observan dificultades en la lectura por la impulsividad y la inatención que presentan. Pueden omitir letras, sustituir palabras enteras, saltarse alguna línea, etc.
En la escritura se observan también omisiones por inatención, faltas de ortografía, se cansan con mayor facilidad que los demás, les cuesta la estructuración espacial y narrativa en las redacciones, etc.
En el lenguaje oral a veces hablan de forma atropellada, sobre todo si hay hiperactividad. Pueden inmiscuirse en las conversaciones de los demás, les cuesta esperar a su turno de palabra, su discurso es desorganizado y no va a la par con sus pensamientos, etc…
Si observáis estas dificultades sería importante poder realizar una valoración neuropsicológica completa y saber si esas dificultades se corresponden a uno o más trastornos del neurodesarrollo.