El dolor es una sensación que se experimenta en el presente en relación con algo que ya ha ocurrido.
El presente está influido por un hecho acontecido en el pasado. A nivel fisiológico el dolor no puede mantenerse durante mucho tiempo a niveles muy elevados, ya que nuestro organismo tiene la capacidad de adaptarse y habituarse a lo que duele hasta llegar a no sentir ya su estímulo.
Las soluciones intentadas que vemos en nuestros pacientes son tres:
1.- La represión. Arrincono el dolor y así no duele. Este sería el caso de la persona que no se da cuenta que le están traicionando; el dolor la ciega y no le deja ver lo ineludible.
2.- La negación. Duele demasiado, así que intentamos anularlo. Cuanto más intentas no pensar, más piensas en ello. Se trata de la paradoja de querer reprimir voluntariamente algo que es espontáneo.
3.-La socialización. Hablo del dolor y así me desahogo y encuentro consuelo. Cuando se socializan las experiencias trágicas, el dolor no disminuye; al contrario se mantiene precisamente porque se crea una relación de empatía. Si se elimina el dolor también se elimina el placer de contarlo en el grupo y eso se convierte en lo que sostiene la persistencia de ese dolor.
El dolor no se cura. Para salir del dolor hay que atravesarlo.
La prescripción en este caso es escribir en forma de novela lo ocurrido como si se lo contarás a alguien. Este relato debe realizarse cada día incorporando nuevos detalles.