En el momento empezar el cole un nuevo curso después de casi 3 meses de vacaciones la frase que más se oye es: ¡no quiero ir al cole!. No podemos olvidar que ir al cole implica dejar de estar con los padres durante muchas horas en las edades más tempranas, esto es motivo suficiente para no querer ir.
Los padres de niños me entre 2 y 3 años les explican que se lo van a pasar muy bien, que harán muchos amigos, que se divertirán mucho y que no tienen por qué preocuparse.
Los niños detectan esa ansiedad en los padres y también detectan esta contradicción entre su actitud y sus palabras.
Si me lo voy a pasar bien, e iba a ser tan divertido ¿porqué tendría que preocuparme?. Después de la angustia, los lloros y la tensión del primer día; el segundo día ocurre lo mismo y dicen ¡no quiero ir al cole!. Los padres siguen con su maravillosa campaña contando las maravillas y lo estupendo que es el colegio sin darse cuenta de que esto no funciona, de que muchos niños se sienten engañados porque la realidad es que a pesar de pasarlo bien necesitan mucho de menos y desearían pasar más tiempo con tus padres.
El periodo de adaptación que todos los niños pasan al comienzo recurso se puede complicar si los hijos desconfían de las palabras de sus padres. Cuando les dicen: no llores que ¡ya verás lo bien que lo pasas!.
Los niños se sienten incomprendidos y lloran más y durante más tiempo para demostrar que sí que tienen motivos para poder hacerlo.
Os voy a dar diferentes pautas para solucionar el problema:
- Explicar de forma breve y concisa cuando le dejaremos en el colegio y a qué hora lo iremos a buscar, no diciéndole la hora ya que el tiempo no lo saben gestionar sino por ejemplo: iré a buscarte antes de la merienda.
- Ir algún día antes a la guardería o a la escuela para que se familiarice tanto con el recorrido como con el centro educativo.
- Otra sería ir a comprar con el niño todo lo que vaya a utilizar en el colegio: la bata, la mochila, el material etcétera.
- Otra sería dejar de intentar convencerle de que lo pasará bien en el cole. Podemos darle datos más objetivos como: los compañeros de clase que tendrá, si el año anterior ha ido ya al colegio y ya los conoce quién será su profesor, qué actividades hará, etc.
- La última sería dejar de decirle que no llore. Llorar es la manera natural en la que los niños expresan su frustración, su miedo, su rabia o incluso ansiedad. Los adultos tenemos que sostener las lágrimas de los niños para poderles ayudar a gestionar sus emociones. El problema no es llorar, el problema es que no interpretemos bien sus lágrimas y que no reaccionemos bien ante ellas.
Cómo solución os propongo que si sabemos a ciencia cierta que va a llorar le propongamos que llore. Decirle: “nos hemos dado cuenta de qué necesitas llorar porque no quieres ir al cole y prefieres estar más tiempo con nosotros, así que cuando te levantes por la mañana podrás llorar y desahogarte que te irá muy bien” .
Con esta estrategia pueden pasar dos cosas. Si el niño ve que los padres se entienden su malestar, se sentirá mucho más comprendido. Sabe que puede llorar aunque posiblemente no lo haga. Y si el niño llora, lo hará sabiendo que sus padres le entienden y que saben que llorar es normal y positivo.
La conclusión es que: Si tiene permiso para llorar necesitará menos hacerlo y antes se adaptará al comienzo de un nuevo curso.
Libro: ¿cuántas veces te lo tengo que decir? Maribel Martínez.